Odio los lunes Permítete ser menos productivo (al menos un rato): estás trabajando en mitad de una pandemia

Los empleados se esfuerzan por mantener el mismo nivel de rendimiento que antes sin tener en cuenta cómo esta nueva situación les afecta psicológicamente

La pandemia ha obligado a millones de trabajadores a buscar un hueco desde el que trabajar en casa mientras aprenden a convivir con un virus que sigue expandiéndose por todo el mundo. Hemos tenido que acostumbrarnos a lidiar con la inseguridad y las malas noticias de familiares contagiados. A limitar nuestros movimientos, dejar de ver a compañeros y amigos y a compaginar la vida personal y laboral entre cuatro paredes. Y todo, tratando de que el rendimiento y la productividad laboral no decaigan.

Como resultado, los trabajadores se encuentran perdidos, dispersos y luchando por ser productivos para avanzar mínimamente en cualquier tarea. Con esta situación, se ven obligados a esforzarse más que antes para mantener el mismo rendimiento porque ahora están sufriendo un estrés añadido. Algunos estudios han encontrado ya que la pandemia y sus efectos secundarios, como los cambios de hábitos, afectan a la capacidad para concentrarse y para mantener la atención. Tareas que antes se resolvían con facilidad requieren ahora más esfuerzo, también porque ha cambiado la forma en que nos comunicamos con los compañeros de trabajo.

A veces son las empresas quienes están exigiendo mantener este nivel de productividad. “En mitad de esta crisis económica algunas compañías están exigiendo más que antes a sus trabajadores”, señala Dafne Cataluña, psicóloga y fundadora del Instituto Europeo de Psicología Positiva. “Es lícito hacerlo, siempre que tengan en cuenta en qué estado y bajo qué coste emocional tienen que trabajar sus empleados. Hay que plantearse qué cantidad de tareas diarias puedes hacer sin perder más bienestar del que ya te ha quitado la pandemia”.

Pero la presión también viene de dentro. Muchos trabajadores intentan rendir tanto como antes pasando por alto cómo la situación extraordinaria que estamos viviendo nos afecta psicológicamente. “Hay cierta falta de conciencia del propio estado. A veces estamos tan inmersos en un objetivo que nos olvidamos de mirar el desgaste que está suponiendo a nivel emocional. Damos prioridad a terminar la tarea y no a cómo nos sentimos con ello”, explica Cataluña.

En ocasiones, pasamos por alto el cansancio emocional o psicológico, como si fuera menos importante que el físico, esto puede afectar al rendimiento y la calidad del trabajo. “A veces substimamos la salud psicológica y su impacto. Es como querer rendir lo mismo cuando estás con una gripe o un catarro considerable: el rendimiento se verá afectado”, coincide Marta Giménez, doctora en psicología y directora del área de innovación e investigación en la clínica Área Humana.

Las personas que son muy autoexigentes pueden olvidarse más a menudo de su bienestar emocional a costa del trabajo. “Esto puede estar relacionado con varios factores. Uno de ellos es la valoración que creen que los demás van a hacer de sus actos. Piensan que no están haciendo lo suficiente, que deberían hacerlo mejor, que no lo están consiguiendo… Estos pensamientos pueden llevarles a valorar menos su rendimiento y su valía”, explica Giménez. “Estas personas pueden sentirse culpables porque creen que no están a la altura de lo que esperan de ellas”.

Bajar su rendimiento por la pandemia puede llevarles a arrastrar sentimientos de culpabilidad y estrés, especialmente a aquellos que suelen ser perfeccionistas. “El perfeccionismo incrementa el temor a cometer errores, a no hacerlo lo suficientemente bien y a las consecuencias que se derivan de ello”, cuenta Giménez.

Esta situación se agrava al no tener cerca a los compañeros de trabajo, que habitualmente funcionan como una red de apoyo. Trabajar solo desde casa hace que nos falte una referencia de cuánto y cómo están trabajando los demás, lo que también puede afectar a nuestro rendimiento. “Cuando no tenemos información sobre los demás, improvisamos y nos regimos por nuestros propios estándares. Si somos perfeccionistas o muy exigentes esos estándares son muy altos”, explica Cataluña. “Al no tener un feedback adecuado, nos faltan indicadores realistas que nos ayuden a valorar nuestros resultados. Esto aumenta la incertidumbre y la insatisfacción. Las condiciones de teletrabajo nos obligan a tener buenas estrategias de autorregulación y autoorganización», coincide Giménez.

Uno de los consejos más prácticos para los jefes es hacer reuniones diarias en las que se pueda hablar no solo del trabajo sino de cómo se encuentra cada empleado en relación a sus tareas. “Es fundamental en el teletrabajo que las personas que gestionen equipos no pierdan de vista que hay que dar feedback lo más inmediato posible para que los empleados puedan ir ajustando su actividad”, explica Cataluña.

Las compañías pueden empezar por desarrollar una cultura empresarial donde las emociones y el bienestar de los empleados tengan más espacio. “No es importante solo lo que haces sino cómo te encuentras mientras lo haces y cuánto te cuesta hacerlo”, explica Cataluña. “Es necesario plantearse cuántas tareas pueden asumir los empleados manteniendo su bienestar en una situación como la actual”.

Pero también hace falta desarrollar la autocompasión, ser más comprensivo con uno mismo. “Al menos por un rato, hace falta sentir la tristeza, la pérdida, el cambio. Sumérgete en la incomodidad de no avanzar, de no hacer nada”, aconseja Peter Bregman, director ejecutivo de Bregman Partners, que cuenta en Harvard Business Review cómo la muerte de su padre cambió la forma en que se estaba planteando su trabajo durante la pandemia. “Tal vez sientas estrés porque no estás haciendo cosas o porque la gente a tu alrededor está produciendo y sigue hacia delante”, dice. “En este momento, parece importante ser improductivo. Creo que tal vez es lo que debemos sentir”.

Victoria Nadal EL PAIS


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